Alimentando a un simio
Definiendo al animalito
Los animales están organizados de manera que se
agrupen los animales más cercanos entre sí; en este sentido, los animales más
parecidos, están en familias, luego en órdenes y finalmente en clases: todos
los mamíferos, por ejemplo, somos de la misma clase. Resulta que algunas
familias son más parecidas entre sí que otras; además, los animales que han
tenido más tiempo en la tierra, como por ejemplo los peces, suelen tener más
variabilidad que nosotros los mamíferos. Los primates, es un orden que engloba
animalitos muy distintos: desde diminutos lémures o monos tití, que
difícilmente alcancen el kilo, hasta los majestuosos gorilas con más de 100 kg.
Además del tamaño, los primates son muy diferentes en hábitos de alimentación,
costumbres, gastos energéticos y otras características: los hay arborícolas de
zonas tropicales hasta de zonas de montaña templada.
Buscando las semejanzas, los monos tienen poco
tiempo en el planeta y en general comparten particularidades: tienen habilidades
para aprovechar gran cantidad de animales y plantas: son listos para cazar,
recolectar, subir árboles, distinguir frutas por colores, usar herramientas
para abrir cáscaras duras, pescar, y otras tantas maneras de conseguir
alimentos. También en general, son más frugívoros que herbívoros o carnívoros:
claramente no tienen ni las habilidades para digerir celulosa de las cebras ni
las proezas atléticas para cazar a una cebra, como lo haría un león. Aun así,
los primates son bastante exitosos, e incluso sacando a los humanos de la
ecuación, no sólo han llegado a gran cantidad de hábitats, sino que conseguido
una considerable variabilidad o adaptabilidad; sólo son malos en unas pocas
condiciones, como por ejemplo las planicies ¿Por qué? Quizá porque son las
planicies los mejores ecosistemas para grandes herbívoros o carnívoros, pero
esto es sólo una simplificación.
Es importante aclarar un detalle: debe entenderse
en este ensayo, que nutrición es la ciencia que estudia todos los procesos
dentro del animal, es decir cómo los componentes se absorben y utilizan en el
cuerpo; mientras que la alimentación es la ciencia que estudia todos los
procesos fuera del animal, es decir la composición y características de los
alimentos. Incluyo además referencias de precio en lima, pues la alimentación
como la aprendí tiene un importante componente económico: los alimentos no sólo
deben cubrir los requerimientos, sino que deben hacerlo al menos costo; esta
racionalidad simplifica considerablemente el análisis.
Entendiendo al animalito
Los humanos somos especialmente complejos
principalmente porque vivimos muchos años: así que tenemos largos años para
acumular trastornos o problemas debido a nuestros alimentos, así como
evidencian los consumidores del alcohol o la comida rápida. Más aún, los
humanos, con el paso de los años, empezamos a deteriorar nuestra condición: el
sobrepeso, las alergias, los dolores y demás malestares, empiezan a minar la
capacidad natural de alimentarnos, ejercitarnos y en consecuencia, los
problemas se agravan.
A diferencia de, por ejemplo los perros, los
humanos no tenemos razas. En perros, el cruce de dos San Bernardos, asegurarían
crías muy grandes, y de dos pequineces, crías muy pequeñas: en general, su
variabilidad está limitada en sus razas; y esto resulta claro en los tamaños,
pero también para características más complejas, como lo juguetones/bonachones
que son los labradores, o lo inteligentes y disciplinados que son los pastores.
En humanos, aunque nos esforzamos en diferenciarnos por colores, la verdad todo
parece indicar que hasta el 97% de la variabilidad está dentro de cada color:
es decir, por mucho que nos esforcemos en decir que los blancos, negros o
chinos, son así o asá, resulta que hay tanto blancos, negros o chinos, gordos o
flacos, grandes o pequeños, listos o tontos, o cualquier característica que
busquemos.
Sin desmedro de lo anterior, somos animales
complicados. En el 3% restante, hay por ejemplo grandes diferencias entre
alergias, tolerancias y requerimientos puntuales; vivimos en diferentes climas,
desde los más tropicales a los más fríos; hacemos actividades radicalmente distintas,
desde los triatlonistas hasta los oficinistas, y finalmente tenemos un rango
etáreo impresionante, desde recién nacidos hasta personas de 100 años y más.
En vista de lo anterior, alimentar a un humano, es
a priori, bastante más complejo que a un animalito cualquiera, incluso si lo
comparamos con un simio, que ya es complicado. Pero toda la dificultad palidece
contra el siguiente argumento, que aunque muy discriminador, es también muy
humano: la alimentación de una persona debería garantizar su mejor rendimiento
en todo sentido; los humanos somos tan valiosos sin excepción, que la pérdida
de cualquiera de nosotros, es un grado de crimen.
Nutriendo al animalito
Como zootecnista, no estoy capacitado para
alimentar un humano, menos aún por las implicancias y complejidades expuestas,
pero sí para alimentar a un animal cualquiera, como un simio. Los simios, son
los monos sin cola que más se parecen a nosotros, pues nos diferenciamos hace
menos de 10 millones de años (que en términos evolutivos, es casi la vuelta de
la esquina); de hecho: todas las razas de homínidos (miembros de nuestra
familia) ya extintos, existieron, más o menos en 6 millones de años. En
general, las técnicas para diseñar una dieta para un animal, es bastante
estándar, y cubre un rango muy amplio de animales: desde cerdos hasta peces,
pasando por llamas y gallinas.
El proceso es simple, en general tiene una serie de
pasos: primero, saber cuáles son los requerimientos de nutrientes del animal en
cuestión; luego, saber cuáles son los alimentos disponibles y qué nutrientes
tiene cada uno; luego, cuál es la proporción que cumple. Un paso adicional, es
sacar la cuenta de cuánto cuesta.
En términos de nutrición, un animalito cualquiera
requiere montones de nutrientes: además de energía, proteína, fibra y agua, al
menos unos 10 o 15 minerales, y otras tantas vitaminas. Las vitaminas fueron en
su momento, un intento por encontrar todos aquellos factores no proteicos
indispensables para la vida: algunas efectivamente incluyeron los grupos
“amino”, del que deriva su nombre, como la tiamina o riboflavina (vitaminas B1
y B2, respectivamente); algunas mantuvieron el nombre a pesar de ser químicamente
muy distintas, como el ácido ascórbico o tocoferoles, (vitaminas C y E,
respectivamente); finalmente algunas se eliminaron del grupo, como los ácidos
grasos omega 3 y 6 (vitamina F).
Hoy se sabe, que, aunque todas las vitaminas son
indispensables, cada animal tiene un conjunto de nutrientes complejos que
requiere, que no necesariamente son grupos aminos, ni necesariamente están
incluidos en las vitaminas conocidas; a pesar de ser un grupo muy variable, en
primates puede asegurarse, más o menos, si se incluye una cantidad considerable
de frutas y verduras, mejor si son crudas, al día; porque hacer un balance real
sería muy difícil. Un elemento final a considerar, es que la nutrición no es
instantánea, casi con la única excepción del agua, cualquier nutriente puede
faltar un día o varios, sin que esto afecte la salud, porque el cuerpo tiene su
propio stock de cada nutriente; en este sentido es más sensato considerar una
dieta por un periodo más o menos largo, como un mes.
Los requerimientos más importantes son de lejos la
energía, con las famosas calorías, las también famosas proteínas, la fibra y
los micronutrientes. Si la dieta es más o menos balanceada y acorde a la
especie, es muy probable que los micronutrientes se cubran salvo condiciones
especiales, como hembras preñadas o animales enfermos, evitando el
inconveniente de balancear cada uno de estos. Más aún debe tenerse en
consideración que muchos nutrientes compiten entre sí: por ejemplo, el calcio
con el fósforo, o los nutrientes en general, con la fibra; nuevamente: la mejor
manera de evitarse problemas es que los nutrientes provengan de alimentos de la
dieta típica de la especie.
Cuando no se tiene información de los
requerimientos nutricionales de un animal, es frecuente tomar como referencia
aquellos del animal más conocido más cercano, así que, para alimentar a nuestro
amigo simio, podemos utilizar las muy desarrolladas recomendaciones para
humanos, haciendo algunos ajustes, sobre todo sobre energía. Una persona de 60
kg, en términos medios, requiere 2500 kcal por día, pero supongamos que el
simio requerirá un 10% adicional (los humanos somos animales más o menos
sedentarios). En cuanto a proteínas, un humano adulto requiere aproximadamente
1g por kg de peso al día, así que es un buen referente para el simio. En cuanto
a las grasas, entre el 20 y 30% de la energía debe provenir de grasas; así que
serían unos 60 a 90 gr. de lípidos al día. Además, en humanos, existe el muy
recomendable movimiento 5 al día, que recomienda consumir 5 porciones de frutas
y verduras; digamos de 200 gr. buscando que sean las de estación, que tienen
más contenido de vitaminas y minerales, además de menor precio.
Alimentando al animalito
Aunque pueden existir excepciones considerables en
humanos, para un simio promedio, lo ideal sería usar insumos simples, que en
este caso de análisis son aquellos que puedan conseguirse en Lima y utilizando
alimentos de nuestra gastronomía. Algunos criterios muy generales serán:
La dieta se presenta para el mes; todos los insumos
serán cocidos y se darán en 3 raciones.
Propondré dos carnes: carne de res y pescado oscuro
de mar; también se incluirá huevo y queso.
Los carbohidratos se conseguirán sobre pan y arroz
a diario; además se incluirán menestras y quinua todos los días que
contribuirán a las proteínas
Se incluirán 2 verduras diarias en ensalada; con el
único requisito que sean distintas y frescas; se les añadirá aceite de manera
de compensar los déficits de energía.
Se incluirán 3 frutas diarias; con el único
requisito que sean distintas y frescas; estas compensarán déficits de vitaminas
y ayudarán también en la energía.
Los nutrientes de cada alimento están estimados
sobre FAO; los precios son referenciales y no incluyen la transformación de
alimentos; la alta variabilidad de insumos (en general las fórmulas para
animales son más sencillas) se propone como medida para maximizar la probabilidad
de cubrir los requerimientos de micronutrientes.
Pagando las cuentas del animalito
Este ejercicio curioso tiene varias finalidades,
pero la más importante es contextualizar: por ejemplo, esta dieta para un
simio, es repetitiva y usa insumos adecuados, pero nada “pitucos” e incluso
así, cuesta unos 190 soles, que no incluyen ni los utensilios para prepararlos
ni la energía y el trabajo para cocinarlos. Resulta tristemente curioso, que el
ingreso promedio de un peruano sea de menos de 750 soles al mes, con lo que
apenas puede permitirse gastar, también en promedio, 194 soles en el mismo
periodo, o un 10% menos de lo que costaría una dieta mínimamente razonable.
El ejercicio se complica, porque es muy fácil ser
racional para sacar un cálculo para un mono, pero resulta mucho más complejo
mantener la racionalidad para una persona todo el mes. Tristemente, no solemos
completar nuestra alimentación con frutas y verduras, sino con galletas y otros
alimentos de bajo valor nutricional y de menor coste. Así por ejemplo, el
animalito comió 45 soles en frutas, con lo que consiguió 90 raciones. Una
persona difícilmente sea tan racional: resultaría más fácil comprarse un
paquete de galletas cada antojo y saltarse lo demás.
También es importante considerar, que en este
ejercicio, los costos de carnes, carbohidratos y frutas/verduras, son más o
menos comparables, mientras que las grasas son mucho menores: poco más de 1.5
kg al mes. Esto destierra algunos mitos, como que la carne es carísima, la
fruta es barata, o la comida chatarra no es tan mala: los derivados animales
son el 30% del valor de la canasta, pero aportan la mitad de la proteína y 2/3
de las grasas, dentro de ellas parte importante de las grasas poliinsaturada;
la fruta es también cuesta el 30% del valor de la canasta, y aunque aporta el
4% de la energía, aporta la mayor parte de las vitaminas, así como parte
considerable de los minerales; finalmente la comida chatarra sí es un problema
porque si se come sólo de vez en cuando (2 veces a la semana) digamos una
hamburguesa y una porción de papas fritas, cada una de 200 gr, hay unos 50 gr
de grasa en ellos; así que sólo en 4 semanas serían 400 gr de grasa o bien el
25% de lo que planeado para el mes, con muy poco aporte de algo útil.
El uso balanceado de los alimentos es
considerablemente más difícil que hacer el cálculo de los nutrientes de una
ración, y más cuando los que debemos tomar las decisiones son personas
inteligentes debilitadas por las tentaciones y las facilidades. Una prueba
marginal de esto es que a pesar que la persona promedio solo tiene 194 soles
para alimentos al mes, y que como vemos, apenas si alcanza para una ración
adecuada, está dispuesta a destinar 98 soles en alimentos fuera del hogar y no
es que tenga que ver con el almuerzo por trabajar fuera del hogar (que sería
justificable). En Lima, por ejemplo, el consumo de pollo a la brasa es tan
grande, que sólo en 1 día (el día del pollo a la brasa, el 15 de julio) se
pueden consumir más de 1 millón de animales, con el doble de su peso en papas,
otro tanto en gaseosa, y con considerablemente menos aporte nutritivo.
Es también interesante considerar, que no hay
razones nutritivas para que los precios de los alimentos sean muy superiores,
es evidente que pueden elegirse mejores variedades de insumos, pero cualquier
insumo que cueste por ejemplo el doble de los señalados, tiene más que ver con
publicidad, exclusividad, preferencia individual o escases, que con calidad o
sabor. Al respecto quisiera señalar, que a pesar de los grandes problemas a los
que nos enfrentamos como sociedad, nunca en ningún momento de la historia y
menos en un país pobre, era posible que el promedio de su población pueda
adquirir alimentos de manera de que cumpla sus requerimientos nutricionales: a
lo largo de los 8 o 10 mil años de civilización sedentaria, una tremenda
mayoría de la población ha estado a distancias insalvables para conseguir una
dieta adecuada, lo que ha generado que muchos individuos mueran jóvenes sino
que aquellos que sobrevivieran tuvieran poca salud, o mucho menos de la que
podemos esperar hoy, si no lo arruinamos por nuestras propias decisiones.
Consideraciones ecológicas para alimentar una
población de simios en la costa peruana
Los insumos que he propuesto, quizá con excepción
de la carne de res y huevo, responden al ecosistema peruano. El huevo, es con
diferencia la proteína de origen animal con el mejor balance calidad/precio que
se puede conseguir en casi cualquier ecosistema del mundo y excluirla en la
dieta de un país pobre, no parece ser muy razonable. En cuanto a la carne de
res, la propongo porque es la más accesible hoy, pero bien podría ser
reemplazada por carne de carnero, llama u otro animal de pastoreo. En general,
los demás insumos pueden conseguirse en Perú, producidos en Perú y a precios
pagables por el peruano promedio.
Hoy, hay montones de publicaciones y opiniones para
no comer carnes (remplazándola con soya o nueces), para tomar leche enriquecida
con DHA (en reemplazo de los pescados que abundan en la costa) o para comer
pitajaya, arándanos (en lugar de las abundantes manzanas o piñas), o paltas
durante todo el año (en lugar de los pocos meses de estación). Todas estas
propuestas pueden funcionar bien para una persona, o para un pequeño grupo, y
deben de considerarse con mucho cuidado cuando hay requerimientos específicos o
alergias relacionadas, pero para una población son ridículas: intentar seguirlas
causaría un desastre ecológico, un tremendo incremento del costo de la dieta o
de plano la escasez de alimentos. La televisión y las redes sociales, son
maravillosas presentándonos ideas, pero también desastrosas para dar
recomendaciones prácticas o sostenibles:
muchas de las ideas simplemente no contrastan con los números.
Cuando se prepara una dieta animal, es frecuente
que no se piense en un individuo, sino en una población; se suele pensar en un
periodo y no en un día; se suele considerar la estacionalidad y la
disponibilidad de alimentos; la decisión se hace de manera más o menos racional
y siempre se consideran los precios. En contraste, cuando se habla de
alimentación humana parece que no importará. Considero que la vida humana es
tan valiosa, per se, que debería ser obligación de todos, preocuparnos porque
cada persona tenga acceso a una dieta que al menos la mantenga con salud, sin
embargo, esto no debe comprometer ni la seguridad alimentaria de los demás ni
contribuir al empobrecimiento del ambiente o la degradación de algún recurso;
lo que es más, aunque debe darse siempre un espacio a la innovación, parece
descabellado hablar contra tecnologías e industrias más o menos conocidas,
cuyos impactos y rendimientos conocemos, mientras se confía en soluciones
maravillosas que sólo se han “probado” o cuyos atributos extraordinarios son
sólo una declaración de red social.
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